Basados en hechos reales, incluso autobiográficos
Charo Peñaranda
NIÑA DESAGRADECIDA
– Hay que llevar a esta niña al psicólogo – dijeron todos, incluido el tito, disfrazado de Papá Noel.
En la cabeza de la niña rebotaban los ecos de esas palabras mientras miraba, con ojos acuosos e impotentes, inundados de envidia, el flamante microscopio que su hermano acababa de desembalar. De los dedos de la niña resbalaban los reflejos rojizos y púrpuras del kit de maquillaje que acababa de destrozar.
Antes de ser acusada de desagradecida y de destrozar la Nochebuena, quiso recordarles a todos que en su carta a Papá Noel no se olvidó de poner bien claro su nombre al pedir un microscopio. Pero…
LA MALA MUJER
Desde luego…, hay que ser hortera y desaliñado: mira que venir con esos calcetines de tenis y un traje tan arrugado a la recepción… Anda, que su mujer…: ¿Cómo le deja salir así de casa? Sí, ella siempre ha sido muy dejada.
PON LA OTRA MEJILLA
Helle Thorning-Schmidt, la nueva presidenta de Dinamarca, se restregaba la cara disimuladamente. ¿Por qué el presidente del Gobierno de España le había plantado sus barbas y su acuosa boca en las mejillas a ella mientras que al resto de presidentes les estrechaba la mano con franqueza y camaradería? Varones, todos varones.
Ante los periodistas, en aquella foto de presidentes de la UE, se sintió muy sola. Le ardían las mejillas.
SER LA JEFA
«Es una amargada y una reprimida. Sí, y no se le puede decir ni un piropo. Es una “mal foll…”. Las mujeres así dan miedo». La junta de accionistas analizaba la situación ante estos comentarios, ya virales, sobre su Jefa de Recursos Humanos, a quien ellos consideraban muy competente.
– ¿Qué hace? – preguntó uno de los directivos al Jefe de Servicios Jurídicos.
– Su trabajo, ser la jefa, lo mismo que yo – contestó él.
BELLEZA INTERIOR
¿Qué hace ese tío tan feo con esa preciosidad? Ya, es que es un tipo muy inteligente y con gran sentido del humor.
¿Qué hace esa tía tan fea con ese bombón? Seguro que lo sabe hacer bien en la cama. ¡Ja,ja,ja…!
¿TE VAS?
Mamá, me voy. ¡Qué guapo estás! Te las vas a llevar de calle. Hasta luego, hijo, ten cuidado.
Mamá, me voy. ¿Dónde? ¿Con quién? ¿Cómo? ¿Así vestida? Parece que vas pidiendo guerra. ¡A las once en casa, hija!
POBRE HOMBRE, TAN SERVICIAL
Ella está limpiando el baño. Él coge la lista de la compra: decide ir a la tienda del barrio. Es un pequeño supermercado con sabor popular. La dependienta lo recibe, como siempre, con una amplia sonrisa. Le ayuda a escoger la fruta y busca con entusiasmo las galletas que él suele llevarse. “¡Ah, sí, y los pistachos que tanto le gustan a su mujer! Y llévese los caramelos que le gustan a su hija…” ¡Qué bien lo tratan en esta tienda! De vuelta a casa, él va cavilando sobre los motivos que tiene su mujer para decir que en esa tienda la miran mal, con antipatía. ¿…? Mientras, en la tienda, la dependienta comenta con una clienta de confianza: “¡Ay, pobre hombre, siempre compra él! La tipa esa sí que vive bien con un marido así, tan servicial. Algunas es que han nacido para ser señoritas”.